Las nubes no dicen nada. Las olas no dicen nada.
Los muros del cementerio dicen algo, o casi nada.
Los heterónimos no dicen nada, igual que los seudónimos:
los diminutivos, los nombres de flores, los sobrenombres.
El viento no dice nada, crea expectativa.
Una almohada dice algo sobre los sueños de anoche,
y un eco repite: si los cepillos de dientes hablaran, ah…
Una vieja se queda callada antes de hablar.
Un helicóptero sobrevuela la ciudad, sin comentarios.
Después de una noche en vela
el arúspice descifra el mensaje en la borra:
silencio. En las entrañas de la paloma que encontró
aplastada en el asfalto esa mañana: silencio.
Ante el silencio de la paloma reaccionó con un chistido,
que es más o menos como decir que hizo silencio.
Se quedó pensando si decía algo con su silencio,
y concluyó que siempre era posible encontrar a alguien
para quien cualquier cosa significara algo.
Sun Bolei
(1982-)