Las bellezas del tiempo

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Sentada en una casa de té
un día, charlaba con amigos
sobre la era Kaiyuan, la era Tianbao,
sobre esos años de oro
y sobre el caos y la ruina
de los años de guerra.
Cuando yo era joven
buscaba por todas partes
materia para mis poemas.
Escribí sobre la guerra
y la soledad de las mujeres,
y sobre las penas que, apilándose,
cruzaban mi memoria
como columna vertebral.
Escribí, ah, escribí,
hasta llegar a la mediana edad

En esa noche quince lo vi todo:
una mujer bailando sobre un plato
dos sombras agitándose con el viento
y alrededor las cosas enamoradas-
aleros que se estiran hacia ella
crisantemos que lanzan sobre ella el soplo del mundo
el viento que levanta su vestido

y sólo entonces
el hombre casi oculto
que mira fijo sus piernas mientras baila

Bajo la luna llena espié todo
Era verdad, y era tan claro
Una muchacha bailaba con flores en el pelo.
Bailaba, y la luz de la luna parecía atravesarla
Bailaba, desde la planta de los pies hasta la cabeza
Bailaba, barriendo todas las hojas secas

(Nada le importan las luchas del palacio
Sólo le importa bailar, bailar con el viento)

Alrededor los ojos rapaces
y el mundo enamorado
miran así cómo su cuerpo se desnuda

Cuando yo era joven
(unas pocos se acuerdan
aun de esos viejos poemas)
escribí de la enfermedad y de la infancia,
y del dolor en medio de la oscuridad.
Mi tristeza despreciaba el peso del mundo.
Escribí, escribí, ah, escribí hasta la mediana edad

Vi de verdad algunas escenas de guerra:
humo sobre el sol, espadas acribillando al cielo,
banderas medio arreadas entre los lamentos
¿Por qué una canción triste salía de esa tienda?

Un poco de vino fue vertido en el cáliz dorado del tiempo
Una mujer se puso su blanda armadura
¿Por qué lloraba el general?
¿Por qué temblaba de miedo la mujer?

(No le importa qué dice el relincho del caballo
Siguiendo a ese caballo ella lo sigue a él)

Salvo la antigua luna esta noche y
el viento que ahora me eriza la piel
quién más observa esta pila de imágenes
de cadáveres y sangre congelada.

Cuando yo era joven
dejé pasar de largo
cuántas cosas que esperaban ser escritas
Escribí sobre el amor y los pensamientos,
Escribí sobre la mirada fija de un hombre
Sólo de la decadencia no escribí
Escribí, escribí, ah, hasta la mediana edad

Un poco más al oeste, en la montaña,
flotan en el agua tibia y perfumada
Una túnica de seda doblada en la orilla

Un poco más al oeste, poniendo rienda a los caballos,
el general cansado de las guerras grita una orden,
y en la oscuridad siempre hay alguien que recita sus pecados

Un poco más al oeste, en medio de la huida,
la luna llora con ellos
y una hebilla de jade cae al suelo

(No oye el ruido sombrío de los tambores ella
Ella sólo escucha el murmullo, las promesas sin fin)

Ejércitos y caballos pasaron por esta fuente
y el agua sigue igual de tibia hoy, igual de perfumada
El amor después de la muerte, el amor recién nacido
brotan sin pausa aun desde este ojo de agua

Sentada en una casa de té
un día charlaba con amigos
sobre los años felices y pasajeros
Ya no soy joven, y ya no me empecino
en enfrentar una mitad a la otra mitad del mundo
Abro los ojos y miro pasar las cosas, las personas
El tiempo nunca se detuvo ni un instante por nadie
Igual que antes yo aun escribo, escribo
y así escribí estos versos:

“Bajo la luna llena
dejaron que una noche
la pasión los arrastrara
hasta sentir que los huesos
a causa del placer se les licuaban
Hombres, hombres:
por su belleza alaban
a la mujer al comienzo,
pero después, más tarde,
cuando el desastre ocurre
cuando la ciudad se incendia
los hombres, ah, los hombres,
recitan sin tardanza sus pecados.”
Zhai Yongming

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